Coincidiendo con el solsticio de verano, día en que la luz alcanza su punto máximo, vamos ascendiendo a través del cuerpo y sus centros energéticos principales hacia los chakras superiores. En Julio nos detenemos en el 6º: Ajna chakra que representa, precisamente, la luz, la percepción y la sabiduría. Implica la visión de los mundos sutiles, la capacidad de ver lo invisible y de conocer lo desconocido. A lo largo del curso hemos dialogado con los elementos de la naturaleza para comprender sus cualidades y armonizarnos con sus mensajes, más allá de la tierra, el agua, el fuego, el aire y el éter nos encontramos ahora en el lugar de la integración, justo en el entrecejo, en el centro del cráneo dónde la glándula pituitaria o la hipófisis coordina todo el sistema glandular. Simbólicamente, en éste tercer ojo, es donde se produce la unión entre la energía solar HA y la energía lunar THA. El equilibrio entre ésas polaridades o hemisferios cerebrales, nos tiene que permitir avanzar hacia una mente lúcida y ecuánime alejada de pre-juicios para poder obtener una visión más directa del mundo un poco como cuando éramos bebés y teníamos experiencias “oceánicas” y no existía la noción de frontera o separación.
La claridad de la mente es la esencia de la sabiduría. El proceso yóguico consiste en avanzar de un estado mental de confusión a un estado de mayor claridad. Así pues, nuestra práctica pretende transformar la mente ruidosa en una mente diáfana, silenciosa. Cultivamos el estado meditativo que significa estar totalmente alinead@s con el presente y una mirada limpia para poder observar relajadamente lo que se presenta ante nuestro campo de experiencia, abrazarlo todo, sin apegarnos ni rechazar nada pues nuestro discurrir por la vida consiste en transitar los opuestos y aprender de ellos. Inspiro me doy cuenta, exhalo me doy cuenta. Y así respiración tras respiración. Lo que nos hace vivos es movernos entre esos límites comprendiendo que son aspectos de un mismo fenómeno en constante movimiento. Sufrimos cuando negamos uno de los polos y obstaculizamos el flujo de la vida.
A través de Ajna chakra nos abrimos a la imaginación, al conocimiento intuitivo, a la percepción espiritual y a la conexión universal. Ser espiritual entendido no tanto como una creencia o un saber sino más bien como una actitud de apertura ante el misterio de la Existencia. Aceptar la dimensión intangible de la realidad nos predispone a mantener viva la cualidad del asombro, a estar receptiv@s, y a afinar la sensibilidad y la escucha amorosa. Coloquialmente decimos que necesitamos vacaciones, que necesitamos desconectar, pero ¿no será más bien que necesitamos reconectar, que lo natural es la conexión, vivir conectados con un@ mism@, con los demás y con el Universo? Yoga es un constante recuerdo de ésa Unidad, de que formamos parte de un Todo interconectado. La confianza no viene de tener todas las respuestas sino de estar abiert@s a todas las preguntas.
Contemplando el movimiento pausado y cíclico de las estaciones y de la naturaleza que somos nos reconciliamos con los ritmos naturales de nuestro propio cuerpo. En el caso de la mujer, (todavía mayoritaria en los grupos de yoga) y, en concreto, en el caso de las mujeres peri-menopáusicas, podemos percibir la vital importancia de los cambios que se producen a nivel central (hipotálamo e hipófisis, por cierto, 6º chacra) y cómo éstos cambios de las glándulas a nivel hormonal y su nueva configuración, por el descenso de los estrógenos y porque empezamos a tener dominancia de andrógenos, nos impulsan a revisarnos y a adaptarnos porque tienen un sentido biológico, un mensaje: ahora es un tiempo para dedicarte a ti, para cuidarte, para estar centrada en tu propio proceso y para practicar un yoga adaptado que te permita, entre otras cosas, activar el sistema parasimpático (el de relajación) pues ya sabemos que el estrés es el mayor disruptivo endocrino. Transitamos conscientemente hacia la menopausia con paciencia como un ritual de paso, atendiendo sus síntomas, y es que dejamos de ser cíclicas, dejamos de fluctuar y de familiarizarnos con las fases de la luna con sus energías y sus dones, hacia la luz, hacia fuera, creciente, hacia la luna llena (ovulación) y hacia la oscuridad, hacia dentro, menguante, hacia la luna negra (menstruación) renovando las energías en cada ciclo. Progresivamente, a través de la fase de la peri-menopausia, vamos dejando de fluir por el ciclo menstrual y sus energías para irnos acercando al equilibrio entre los mundos externo e interno. Se producirá una integración y es por eso que el arquetipo de la mujer climatérica o menopáusica, la que ya no menstrúa, es la sabia, la que ya tiene una constante conciencia de ambos mundos.
Es verano, un buen momento para los baños en el mar, para cortarnos el pelo, hacer rituales…nos nace sin darnos cuenta, es algo ancestral unido a nuestra naturaleza, también es el tiempo de recoger los frutos del trabajo y de disfrutar de nuestra sadhana o práctica de yoga de una manera más distendida y relajada teniendo en cuenta las sugerencias y las necesidades de l@s participantes de Yoga en Julio. Proponen prácticas de automasaje, de contacto por parejas, de liberación de tensiones y de bloqueos en partes específicas del cuerpo, de relajación…así que las tendremos en cuenta y además de las secuencias yóguicas dinámicas y meditativas cargadas de simbolismo exploraremos nuevas formas de sentir el movimiento del cuerpo como por ejemplo el movimiento espontáneo del Katsugen que surge de la coordinación entre la cabeza, las vértebras y la pelvis percibiendo su vaivén y disfrutando de dejarnos llevar por su inercia, también me gustaría que experimentásemos con la técnica de activación del temblor neurogénico (mecanismo reflejo natural del cuerpo que compartimos con los mamíferos y que nosotr@s, sobretodo los adultos, hemos bloqueado) que tiene la función de descargar la química del estrés en nuestro organismo, es decir, libera patrones acumulados de tensión muscular profunda como respuesta de autoregulación y de supervivencia ante un peligro o amenaza. Y también experimentaremos con los sonidos que nos calman y evocan imágenes y sensaciones de amplitud cósmica como el sonido y el canto del AUM (OM).
Namasté,
Eva Domènech