Como la naturaleza nosotros también renacemos cada primavera. El Yoga es un proceso de autoobservación que va de la oscuridad a la luz. De un estado de confusión a un estado de mayor claridad. Del ruido mental al silencio interno para poder mirar, ver y comprender lo que está ocurriendo en uno mismo constantemente. Como decía Antonio Blay psicólogo transpersonal “sólo existe la luz, la luz es lo sustancial, la oscuridad es la apariencia que adopta la menor presencia de luz”. Y lo decía en el contexto de la autorrealización como un desarrollo o florecimiento de nuestras cualidades o potencialidades. Decía que en nosotros no existían los defectos si no cualidades poco desarrolladas. Hablaba del despliegue desde dentro de tres cualidades: la energía, la inteligencia y el amor o la afectividad. En Yoga tratamos de descubrir nuestra auténtica naturaleza para poder ser más nosotros mismos recuperando la libertad interior y la espontaneidad. Ejercitar nuestra capacidad de libre respuesta en lugar de la respuesta condicionada, pasiva y dependiente a lo que se espera de nosotros externamente.
El ayurveda o la “ciencia de la vida” es una parte de la filosofía védica que se practica en la India desde hace más de cuatro milenios. Es la medicina de la naturaleza y nos enseña a observar y a poner en práctica las energías sutiles para preservar la salud ayudándonos en nuestro proceso de autoconocimiento a armonizar nuestra mente, cuerpo y estilo de vida. Por eso, en los textos cásicos de Yoga como en el Hatha Yoga Pradipika aparecen términos ayurvédicos como los doshas y como éstos se ven afectados por la práctica de ciertos asanas y pranayamas. Existen en el cuerpo tres doshas, tres tipos de constitución o fuerzas vitales primarias que se unen a los cinco elementos.
Los tres doshas son:
Vata: la constitución de aire/espacio.
Pitta: la constitución de fuego/agua.
Kapha: la constitución de agua/tierra.
En el momento de la concepción recibimos una combinación de éstos tres elementos y en función de cuál de ellos predomine en nuestro cuerpo nuestra naturaleza innata tendrá una tendencia natural a uno de ellos. Por eso hay personas vata, personas pitta y personas kapha o personas con dos doshas predominantes. Lo que ocurre es que la dieta, el estilo de vida, los condicionamientos, las emociones etc … suelen desequilibrar nuestra constitución básica.
Cada estación del año expresa también un dosha, un tipo de constitución. Así, por ejemplo, el invierno y el principio de la primavera se corresponden con el dosha kapha, es decir, con cualidades como el frío, la humedad densa y la niebla. Como ahora estamos en el inicio de la primavera nos centraremos en cómo desde el yoga podemos equilibrar éste dosha que está aumentado. Para comprender las características de kapha podemos utilizar la imagen del barro. En el cuerpo kapha significa flema y aquello que une las cosas. Sería lo que aporta estabilidad y estructura al cuerpo. Se localiza principalmente en la zona del pecho, la garganta y la cabeza. Un exceso de kapha producirá un exceso de mucosidad y, por consiguiente, congestión y/o una propensión a las alergias respiratorias. También su exceso puede producir pesadez, cansancio, pereza, inmovilidad, melancolía o lo que se conoce como astenia primaveral. Es recomendable el hábito de la limpieza nasal con la lota por las mañanas.
Para equilibrar éste dosha y desintoxicar el organismo haremos la secuencia del saludo al sol y asanas intensas mantenidas durante 3’ generando calor, aumentando la circulación sanguínea y la sudoración acompañadas de pranayamas (ejercicios respiratorios) que activan el fuego interno como bhastrika y kapalabhati. Practicaremos también asanas de extensión y apertura del área del pecho.
En el aspecto postural que es uno de los ejes importantes de éste curso tendremos en cuenta que los órganos inflamados como por ejemplo el hígado o los intestinos van a tener una repercusión en el equilibrio postural especialmente de la pelvis, por ejemplo, una inflamación intestinal puede conllevar una anteversión pélvica o una inflamación del estómago una inclinación lateral izquierda. Por eso las asanas de torsión y las inclinaciones ayudarán a descomprimir los órganos y a reordenar la postura.
Todo empieza por un profundo proceso de escucha interna. Percibimos nuestra tendencia natural a estar de pie, adónde llevamos el peso… en qué parte de la planta de los pies, observamos si aplicamos la misma fuerza con uno y con el otro … y jugamos a balancearnos suavemente para desarrollar la conciencia corporal y postural. Practicamos Tadasana la postura de la montaña y cómo desde el reconocimiento de los propios desequilibrios podemos realizar pequeños ajustes para resituarnos respecto a la gravedad y equilibrar de ésta manera las fuerzas y la adaptabilidad mejorando el apoyo de las plantas de los pies y de ésta manera la estabilidad y el equilibrio reduciendo el desgaste nervioso y energético que supone una postura desalineada. Una postura centrada emana fuerza, no estamos luchando contra la gravedad para sostenernos. Una postura equilibrada conlleva una respiración libre y completa. El centramiento tiene que ver con un posicionamiento no sólo físico si no también mental y espiritual.
Para una correcta alineación postural necesitamos un diafragma libre. El diafragma es el principal músculo de la respiración y es muy sensible a los cambios de humor y al estado de nuestra mente. Tiene mucho que ver con el sistema nervioso simpático. Respiramos según el estado mental. Cuando inspiramos el diafragma baja y cuando exhalamos el diafragma sube. Un bloqueo de la musculatura respiratoria implica entre otros, un cierre del plexo solar por eso realizamos el automasaje del diafragma y tomamos conciencia de la respiración media costal flexibilizando los músculos intercostales. A través de las visualizaciones y las relajaciones evocaremos estados de calma y bienestar que a su vez incidirán en el relajamiento de la respiración. La práctica de la coherencia cardíaca también nos ayudará a reducir tensiones y a avanzar en nuestro propósito de evolución en conciencia.
Estiraremos de forma cotidiana los músculos tónicos como los músculos posturales que se encargan de la estabilidad y los que se encargan de la supervivencia y que por eso nunca descansan y tienen tendencia al acortamiento por la contracción constante (los isquiotibiales, los gemelos, los pelvicotrocantereos, el psoas iliaco, los cuádriceps, los aductores, la cadena muscular anterior del brazo…) sintiendo que podemos aflojar su envoltura fascial ese tejido conectivo que envuelve como una fina piel todas las estructuras del cuerpo y que tiende a la retracción. A parte de causas constitutivas o genéticas o de traumatismos o cicatrices, las tensiones psíquicas y emocionales acumuladas también pueden contribuir a la retracción fascial y por consiguiente al acortamiento y a la fibrosis de los músculos. Por eso recordaremos a los músculos su capacidad de volver a ceder con estiramientos largos y suaves acompañados de una respiración pausada, larga y consciente.
Ayurveda nos dice que en ésta época del año las comidas ligeras, calientes y más bien secas ayudan a equilibrar kapha. Conviene reducir las comidas pesadas, aceitosas o frías. Y elegir los sabores picantes, amargos y astringentes (arándanos, granadas…) reduciendo los sabores dulces, salados y ácidos. Por ejemplo, podemos introducir el jengibre, la canela y la pimienta.
Practicaremos los gestos afectivos de autocuidado para reconectar con el tacto y su poder calmante regulando así nuestras emociones ante situaciones adversas recordándonos nuestra responsabilidad y nuestra capacidad para elegir de qué manera respondemos ante las situaciones que se nos presentan en la vida.
“Hemos edificado nuestra vida sobre la creencia de que es lo exterior lo que nos está dando o quitando la felicidad o la plenitud pero eso es falso. Sólo mi propio desarrollo interior me puede llenar y cuando estoy lleno de mi propio potencial puedo empezar a ser útil a los demás”. Antonio Blay
Repetimos el mantra So-Ham, el sonido de la respiración que significa “Yo soy eso” lo que somos en esencia, consciencia.
Namasté,
Eva Domènech